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El Duende y la Niña

  • Foto del escritor: M. A. A. Serrano
    M. A. A. Serrano
  • 29 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Capricho nº 49: Duendecitos de Goya, serie Los Caprichos


Se hizo correr la voz por todo el conjunto. Una señora, doña Usnavi, había visto un duende, y todos al otro día resulta que lo oyeron en la noche. Don Perencejo, el señor de la 23, diciendo que escuchó al mítico personaje moviéndose por las tejas de la casa, que le dejó un hueco en el cielo raso. Ramira, la que vivía al lado dijo que después se le metió al de ella y dejó unas huellas pequeñas. Digo yo, podría ser un gato, un animal silvestre, un ñero enano, pero no, suena más lógico un duende, una criatura feérica de un folclore extranjero, pero yo solo soy el narrador, a mí me viene y me va lo que les pase a estos parroquianos, yo solo narro.


La situación fue que llamaron a la policía y todo, y pues los uniformados se emputaron por estos huevones haciéndolos perder el tiempo, y abandonaron la escena. Entonces llamaron periodistas que ya habían cubierto una nota similar antes pero también les dio pereza repetirla. Entonces llamaron a unos youtubers profesionales del tema y estos sí fueron emocionados, con un aparatoso equipo para detectar lo paranormal, diosito sabe con qué. Como: allá hay más paranormalidad que acá, entonces hay una diferencia de potencial paranormal de unos 30 paraVoltios lo cual puede o no indicar actividad paranormal. De pronto si hallamos la resistencia a lo paranormal en el vacío en paraOhms, ¿podríamos estimar una corriente paranormal en paraAmperios y nos quedaría más fácil? Se me ocurre a mí. Pero lo que yo quiero saber es del duende, actividad paranormal ya sabemos que hubo, todos la escuchamos.


Empieza el equipo con don Perencejo de Sancho Panza, a medir como los caza-fantasmas, pero sin aspiradora chistosa, más bien una suerte de multímetro que hacía más bulla que la radio vieja de doña Usnavi y su loro Lorenzo transmitiendo juntos, diciendo que tenía que ser en la noche porque si no no salía, porque los espíritus son tímidos y que había que tener cuidado porque tienen trastornos psicológicos con conductas violentas y tóxicas ¡mierda! O sea que ahora hay que hacerles terapia y toda la cosa. Entre peor haya sido su muerte más violenta es la entidad, decían los remeros, —¡pero yo vi fue un duende! —grita doña Usnavi desde lejos y yo me pongo de acuerdo con ella. ¿Es que el duende está muerto? ¿Vivieron todos en la segunda mitad del siglo XV y se los comieron los humanos o qué? Vienen a vengarse en forma de poltergeists. No nada, lo que pasa es que conviven en un mismo plano, el de los espíritus porque ellos se tele-transportan, por eso es tan jodido atraparlos, y así nos salvaron la trama los paladines editores de vídeo.


Después de unas veinte tangenciales encontradas por doña Ramira en los cuestionables métodos de detección paranormal de los caza-fantasmas youtubers, unos “¡Allá allá!”, “¡No sueltes la cámara!”, “¿Escucharon eso?”, “¡No mames parce!”, “¡Qué gonorrea wey!”, “¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres?”. Pues es el duende huevón, ¿a quién más estamos esperando? ¡Vaya y agárrelo que se escapa! ¿Para qué le pregunta el nombre? Pensaba yo, pero la historia no pasaba como yo quería y cada una de esas preguntas siempre tenía una respuesta salidita del horno, todo estaba bien, sigan salvando esa trama.


Después de otros tantos datos inocuos, medidas sesgadas al cuadrado y planes b, c, y d; los caza-fantasmas extendieron todo el proceso. Subieron el vídeo a YouTube como el primero de una nueva serie y se aparecían en el barrio todas las noches para seguir captando sus para-medidas. Todos los vecinos vieron el vídeo en la red tan emocionados que no escucharon el dichoso duende que se movía por las tejas otra vez. Yo sí lo escuché y ya me habían envideado estos maricas. Doña Usnavi y doña Ramira eso se reían y se reían viéndose ellas mismas en YouTube y se señalaban cada vez que salían, y aumentaban el volumen cuando alguna hablaba o cuando salían todos corriendo aleteando o cargándose la tula de las vísceras para no perder el equilibrio. A Lorenzo como que le quedó sonando esa tertulia porque de ahí en adelante solo abría el pico para replicar la bullaranga cada que veía a la dueña. El duende me imagino que debía estar algo obstinado porque no volvió a aparecer, tal vez se había espantado con la gritadera del amigo emplumado. Según los paras: que dizque había abierto un portal espiritual y que ahora había espíritus en todo el barrio y a mí se me hace que fue culpa de ellos…


Entonces resulta que ahora el espíritu era el de una niña, primero un duende y luego una niña ¿y si es el mismo? ¿Y si ahora sale travestido? Se disfraza de niña por las noches y empieza a chillar por allá moviendo un columpio en el parque, pero nadie la ve, solo la escuchan. —Bendito corazón de Jesucristo y La Virgen —dice doña Usnavi echándose la bendición, con escapularios y rosarios en la mano en la noche cuando el dichoso columpio se empezó a mover solo, Ramira ahí al lado unida al club de las oficiantes. Yo les hago barras bravas para que le demos duro a esa amenaza de la niña y de paso del duende también, a puro padrenuestro y katas de cruces. —¿Mano será que ese hijueputa pájaro se puede callar? Tenemos que dormir —gritó de pronto otro vecino, un doctor de algo sin doctorado, al parecer santandereano, se había asomado a ver qué era tanto ajetreo y todos empezaron a hacer shhhhh...


Pero vuelve y empieza la sinfónica de los “¡Graba! ¡Graba!”, “¡Por aquí!”, “¡No dejes de grabar! ¿Escucharon eso? ¿Escucharon eso, cierto? No lo escuché solo yo” repetía uno de los para-conocedores del para-oficio tratando de certificar su sanidad mental mientras todos somos testigos de un sonido espectral femenino: aeeeeeheee… decía. “Ahí”, “A ver”, “A él”, “Sálvenme”, empezaron todos a tratar de adivinar la palabra que escuchaban “¡Sálvenme! ¡Sálvenme!” empezó a repetir Lorenzo aumentando su repertorio de bulla. —Hay que salvar al espíritu de la niña, debe estar buscando la paz en el más allá —concluyó sabiamente el gordo Perencejo. Y ojalá la encuentre, porque en el más acá, de paz, ¿en Colombia? Ni mierda. —¡Ole dejen la bulla! ¡Dejen dormir! —gritó por allá el vecino otra vez.


Entonces todos corrieron en pura guiados en dirección al fantasma, y yo me fui detrás con ellos pero porque me tocaba narrar. Cruzaron el parque, recorrieron la 23 y llegamos a un callejón, ahí estaba. Como yo lo había predicho: un ñero enano travestido los había hecho a todos llegar hasta un sombrío callejón y ahí los agarraron a todos entre otros siete ñeros travestidos armados con machetes que parecían espadas, ondeándolas en baile ñero, con técnica ñera, robándolos a todos aplicando la ñerística, apelando a su tamaño para desviar la defensiva. Eso quedaron moreteados, embalados, casi que violados, a los youtubers les robaron las cámaras, los levantaron a planazos y por allá hasta montaron el vídeo a youtube de puro chiste para que después los encontrara la policía, ñeros. Ni las beatas de Maria Usnavi y Maria Ramira se salvaron con sus bendiciones de protección camanduleadas. Hasta a mi me robaron por andar de narrador, porque en este país ni narrar se puede. Debieron rezar para protegernos de los ñeros, no de las ánimas.

 
 
 

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